miércoles, 26 de enero de 2011

Dolerse

Que se le puede
pedir
al dolor...
cuando el sol se empastilla
de furiosas sonrisas
de alérgicos y eufóricos castigos
de esa satisfecha inmediatez
con que los ojos se visten
de entusiasmo...
porque el sol sabe babearse
en la estúpida alegría callejera
mientras yo
me regodeo
de las penumbras pertinaces...
que sea capaz al menos
de enterrar el estruendo
de todas las murgas
de todos los fantasmas
de todas las botellas rotas
y astilladas
en cada vestigio de mi
en cada muñeca que he sido
en las bestias opacas
en las húmedas rabias
de verano
que sea capaz
de dolerme como un adjetivo de espinas
como un itinerario de agudas
tijeras
como un peldaño lejano
confuso
inalcanzable...
como años luz...
como luces cortadas
como enjambres sacudidos
por manos inocentes...
que puedo pedirle al dolor
cuando la sucia claridad
solo sabe
empalagarme
de añicos de polvos
de rancias raciones
y olvidos...
doleme
dolor
sé un colmillo gigante y astuto
que me angulla la silueta
las visiones
que me pincele la suma
de todos
los estigmas...
que la noche llegue
dolor
y seas el rugido
el colérico indicio
de la nada
el eclipse irascible
que me trague...

Denuncia....

Se acorazaba la palabra plena en el tumulto de letritas religiosas, irreparables, torcidas han nacido,  torcido es el destino o el destierro...
Ella en su escondite, palabrita denuncia de una boca. Boca cerrada, sin que te entren moscas, sin que tampoco asesines al ojal que te engendra... ella, plena, ella, ratonera... ella boquete acuchillándote la valentía...
Se adormecía la palabra... y la brecha era un retruécano insensible, y vos me mirabas lívido, encandilándote por una locurita tan de morondanga... y te descolorías con el sol de la tarde, y la tarde te daba de comer su mejor chiste...
Probamos desgarrando a la princesa...? Ella escupe aguijones en la noche... los guarda en jaulitas de mermelada  y supuran en los poros de todos los mortales...
Podemos atropellar su magia con autitos nadadores, desvencijarle el cuore con una ramita de albahaca, descalabrarle las ideas con un aliento de higos fulminante... podemos... ella es tan equívoca y mezquina, ella guarda un ágalma que sólo regala a quien la olvida... y se lo roba cualquier navidad cuando los pobres diablos beben el amontonamiento...
La princesa y su palabra traidora... su palabra sonoramente muda...su mudez alergia, su traición auténtica y bendita...
Antes que cante el gallo la princesa habrá sabido inmolarse.
Alguien pude creer que ganen los cobardes?

lunes, 29 de noviembre de 2010

Despiste

Mi deseo buscaba atajos buscaba atajos... un desvío necesario y convincente? Quien convence a las dudas... quien destierra la cola del diablo? Quien acuesta a la bestia sin la huella de sus dientes?
Horas duelo vuelo al suelo, horas subiendo a torres por las trenzas de la dama solitaria... dama que solo se aburre de serlo... dama que teje y pinta y cría letras como barriletes de la infancia... bastarda del dia... hija no reconocida de noches lupanares... deshojando los minutos como almanaques viejos... caen las muniecas de cera, caen los sahumerios de oro, se arrastran los almohadones buscando el sexo seguro de una pierna segura en una segura carcel...  y vos usando lupas en lugar de ojos... ya sabes lo que sucede un lunes usando lupas...
Atajos... desvíos... coronas de cruces en flor, tumbas respirandote la nuca, alivios de luto? Alivios putos perecederos narcotizados...
Paso la noche entre algodones embebidos en alcohol... curar la tormenta con mertiolate  de avería... rellenar las rebajas con números inmunes.... como impune tu odio que nunca me acobarda...
Y soñar... y sulfatar la lástima... y creer o reventar... y empezar la cuenta que me tenga en cuenta... y que te des cuenta sería mucho pedir, aunque ningún conocimiento por si sólo nos arrima a animarnos...
Voy a contarme sola... porque a la vanguardia del otro una no cuenta, lamerme estirarme tocarme y pernoctarme cuando quiera, y asi no quiera tomar el no querer por decidido... voy a contarme sola y en silencio... la voz es un objeto inapreciado... guardarse la voz y la palabra y hacer con ellas la caricia... el látigo... la cueva de tebas.. el caballo de troya.. la puerta con llave la llave sin dueño... pero ya no esperar del otro lo que jamás dará porque jamás lo tuvo... ya no resplandores que aniquilan como anestesias que fulguran...
De la renuncia inicial, ese traspaso disfrazado de amor y otras sanas costumbres, a la enajenación tiránica hay sólo un soplo, y en ese soplo el aliento se pervierte. Ceder en el deseo es aligerar la muerte, una muerte peor porque respira, porque jadea en la cama, en los hoteles, en los hijos que llegan, en la cena, en el cine, en la pobrecita risa recortada... el precio que se paga es tan total y avasallante que uno apenas si algún día se entera. Una vez que logramos despistarnos, y confundimos el endoso de lo propio con la lucidez mas viva, estamos perdidos. El engaño es una maquinaria precisa... todo en el encaja... todo en el está justificado... la sociedad soporta y hasta induce a la estafa, al engatusamiento, esa fascinación estúpida que nos guía, vivimos embaucados, resignados, ignorantes ignorados...
Se acelera el ritmo de la respiración, hay remedio para todo. Al módico precio de un ansiolítico, callamos la angustia que bien podría modificarnos... el cuerpo es el único que sabe algo de todo esto... pero desoirlo tranquiliza... el cuerpo goza igual, se acomoda, busca el castigo o castiga... uno cree SER, se identifica, considera que sus hábitos tienen algo de destino... la costumbre, la parodia del cepillo de dientes, del café, hasta del mate, sacar el auto, los chicos al colegio, la tarde de plomo la risa forzada, los como si, los casi, los media máquina, llega la noche el fútbol la tv la tecnología nos viste de gala, nos ayuda en la comedia, la noche la pastilla el libro la soledad de la almohada, el fin de semana algo distinto, pasar el rato matar el tiempo... todo eso sucede y que mas hay... viajar cojer cagar hablar, siempre de mas o de menos, nunca alcanza, la queja es una práctica metódica, una túnica cotidiana, un caballo de batalla siempre presto.
Vivimos enfermos del otro. No es culpa del otro, no. No hay culpas. Nos sometemos al otro y sus reglas mientras el otro hace lo mismo. Malentendido sideral inagotable... la responsabilidad se escabulle por la grieta inquieta que nos divide y azota, la misma grieta que nos haria libres del otro tan libres como para poder decidir someternos o no... y de que manera, relativizar los llantos, las rabias y la calma... estrujar la risa y deshacer el sexo para hacerlo...
Tan exigua es la arista, tan cifrado el borde, que para muchos la historia no cesará de repetirse... y sólo algunos pobres diablos dirán con certeza, y sin necesidad de espectadores, me confieso, he vivido...

En mis pies... y todavía...

Cuando los pies se aburren
de ser serpientes...
cuando sucede la noche
en una orgía de vientos...
cuando la sucia historia
se persigna
de rabias y sinónimos...
me crecen alas como desvanes,
alas altillos
y quemo  cartas en el espejo...
y rueda el fuego como un ojo desbocado...
La veredita es un laberinto que encandila...
tres escalones y el descanso...
el descanso y el vidrio y la puerta...
la llave y la boca fría que la espera...
no se abre la boca hasta que llave toca aunque no quiera...
despues todo es subir, un ascensor tan gris como alma bucanera....
la luz de menos, la llegada partida...
y yo que me golpeo el brazo contra la mesa
y la palomita de ceniza se hace humo en las tijeras de aire...


Entrar... ver la oscuridad y los cerrojos...
ver el sillón sexo que me espera,
es el único capaz de remontarme pianos y cintura...
Me  has extrañado?
Has sentido el agujero que nadie toca?
Has tragado mi costado ausente?
Has concebido la nada temblorosa?
Entrar... masticar la luz,
leer tus ojos, cerrar las flores tras el entierro...
entrar y dormirme el recuerdo  capital de mi deseo...
o sea todo vos con toda yo enteros y horadados....
Los dos tenemos algas enredadas en los pies...
andamos ahogando miedos y costumbres...
remontando barriletes de llanto y tierra...
subiendo la cuesta
bajando el alimento para el invierno del alma...
los dos calamos hondo en el infierno...
hemos estado ahí quemándonos el pelo la voz los pantanos,
ermitaños de la ciudad y la furia, ascetas,
corazones de menta y cardo y arcilla....
Pero anoche era una cajita de música,
la bailarina movía sus pies sobre el cristal roto,
un trapecio de nubes y una corona de bosques encumbrados...
toda ella de relámpago y ternura...
toda boca abierta labios apurados manos alaridos en el eco de tus canciones...
Anoche vi el monte y las ruinas ...
el sol derretirse y chorrearte el amor entre mis piernas...
torre de Babel que junta y unta cada  lengua,
hilos puentes suturando las grietas de tus soledades...
Quererte...
Partirme y repartirme...
soy de migas de pan de caracoles...
me subo a tu oido y escuchas las olas de mi vientre...
te dejo mi cordura, matala, retorcele el ultimo pescuezo...
voy a mamar la vida que me quede de tu abrazo...
tirar la llave y partir, tirar la puerta, la calle, la escalera, la esquina cansada y transparente....
Escalar la piel de tus antojos, para clavarle el diente a la locura.
Palomita de ceniza... y un nido de andenes
tu foto en mi caricia
un hombre
tu nombre
todavía...

Punto



Una mitad de mi, quizá no más que una cuarta ración, o apenas un paraje inapreciable, que aúlla y dinamita con su aullido las dantescas estepas en que corro, los infernales desiertos en que incendio la mirada, las cuevas escalofriantes en que oculto sonrisas y disimulo agitaciones...
Un punto.
Desde ese edén desde esa esquirla, me observo y le soplo el flequillo a la raquítica cobarde compañera...
Un terremoto y después, la desvalida... y una vez más el punto que me empuja... a qué sed a qué hambre a qué dóndes cuándos... a qué duendes asomados en la esquina de mi casita fatal de los 3 años... un seísmo de espuma, casi puedo saborear el temblor en la penumbra de la tarde muerta. Desde la planicie silenciosa, pido permiso al punto, al borde, al filo... un paso más y respiro. Uno más y quedo huérfana del cielo. Desde el costado una pasíon gastada abusa de la burla...
Vas bien, ciega, vas bien... tus ojos son aún esa ciudad que nadie conoce... tu voz habla de ángeles impíos, de cristos perseguidos por la carne enloquecida, de madres calvas de padres curvos, tu voz se tapa los oídos... escucha...
No queda mucho tiempo, se atropellan la cárcel, la franqueza, los hilos de sauce las coronas de clavos... se empujan las nostalgias y los cuentos, las palabras se chocan se agrieta la miel de la memoria... no queda mucho ya...
La niña llora hasta la nariz. Tose hasta la ventana del deseo, y escupe un embarazo de furias.
El tiempo es tirano. El tiempo agita su carcajada. El tiempo sucumbe en el tiempo...
Mi azar es todo mio. Mi azar se ensucia se retuerce, hace nudos y trajes y diademas.
La libertad nunca pasará de moda... tampoco esas mitades celadoras... dijo el punto.
Y entonces el punto se hizo daga.
Todos sabemos que un rescate cuesta varias cabezas...
Todos han decidido olvidarlo...
Todos han sepultado la decisión del olvido...

Gotea la noche...




Anoche, llovizna porteña...
Corrientes se aleja
se desdibuja
y vos
cruzándote como un fantasma...
el vidrio frío
fría mi boca
y yo buscando un espejo
que me maltrate...

Anoche
Lanzándote eufemismos
y vos metáforas
metamorfoseandome
contra un vidrio estéril...
insensible el
y yo
absorbiendo lágrimas
que me putean el pecho
por no acariciarme...

Anoche exhalándote
tan cerca
y vos
sin leña
ni una puta señal de humo
que me impregne el pelo
con tu presencia...

Hay noches como anoche...
sin aviso
asaltaría cada uno de tus rincones
hasta vaciarte de recuerdos...
como sin aviso
tu vuelo
me sacudió la impostura
tumbándome a un costado
de la mas triste intemperie...


La tarde que no deja de danzarme...

Se me había descosido la última sombra. Esa tarde pusiste tus pies en mi almohada y abrí los ojos al designio... encontré la huella impar, desordenada, el sudor intacto latiéndome los pliegues de las sábanas.
Se había quedado quieta la luz y el desconcierto. Un piolín de ausencias me cosía a la realidad, y entre los libros perfumados de amarillo, y entre las cartas que quemó la suerte, y entre los manojos de preguntas que nunca le hice a tu historia, ahí, chiquita, acurrucada, con una fiebre de exilio, hallé la escena.
Vos amasabas clarividencias, yo reía a carcajadas, mientras de rodillas el asombro sacaba fotos en sepia. Vos, cardúmen, cosquilleabas el aire con el hastío vacío... yo, cereza, pintarrajeaba los pisos con una lujuria inmadura pero férrea.
Vos, pajarito inconciente, me aleteabas la sal de la lengua, yo, derrumbe del anhelo, descorría el desparpajo y la miseria de sabernos reprobados...
Ahora son las 4 pm
Ahora el sol me mancha las ventanas, las delata, y no soy capaz de sacudir el polvo ni las manchas ni las telarañas añejas y prósperas...
Ahora la humedad sopla y me mojo de nostalgia, porque sé, tren de ida, marioneta rota, garabato en la noche, que mi nombre empieza a soportarme, en el preciso instante en que mi cuerpo comienza a despreciarlo...
Cómo se explica esta inconclusa paradoja?
Cómo baleo la duda cómo confisco la tristeza que por fin me arroje al malevaje de lo cierto?
Inculpada por el calor de un verano aventajado, me remojo la mirada en el pantano de una rima vieja...
Sube turbia la certeza... únicamente borrosa y velada, será capaz de enseñarme algo que me valga tres o cuatro penas...

Es deshonesto de tu parte, estanque en llamas, corromperme a mi, ramita turbulenta... sin embargo anduve averiguando, y así como recibo en cajitas de jabones el veto de un real insoportable, y así como se paraliza tu voz al borde de mi piel un lunes por la tarde... así, aproximadamente, me dejo caer a esa ilegalidad que es un bramido a ese ilícito poder que no me engaña...